Soliloquio
El silencio puede ser sanador, puede invitarnos a tener espacios de reflexión que nos ayudarán en un futuro a tener claridad en nuestros hechos, en nuestros actos… o eso dicen por ahí.
A mí, lo que me sirve es hablar, y cuando no hay nadie para ejercer ese diálogo lo único que queda es hablar sola. Soliloquiar. Sentir como en ese diálogo con uno mismo las cosas se acomodan, los pensamientos se ordenan. Sentir como salen de la garganta las palabras, las frases, las historias… y al mismo tiempo percibir la reparación del corazón y la mente. Hablar. Hablar. Hablar.
Ahora que… si sí tenemos con quién dialogar… pues a hacer mucho té y café porque esto será largo.
Carmesí desde lo profundo de mi garganta.
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